Dormiremos hasta las dos de la tarde
cada domingo de otoño
y despertaremos enredados
entre las sábanas, con la ropa
por los suelos y las cortinas
totalmente cerradas.
Te haré la comida somnoliento,
estarás sentada en la cocina
mirando hacia la ventana,
vistiendo una camiseta ancha
y esa luz caleidoscópica será diferente
cuando me siente frente a ti,
frente a nuestros dos platos.
Volveremos a empaparnos a la cama
para quedarnos dormidos
cuidando bien nuestros sueños.
Al despertar habrá
música, bailes, besos y vino,
y más de cien razones
para volvernos a meter en nuestra cama.
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