No llueven las hojas
que te coso, no llueven los versos
bien atados al papel
en este otoño,
confunden aromas y estaciones
estos veinticinco grados
de octubre,
pero se suceden los días
sin que lleguen cartas,
como las Gymnopédies de Satie,
cortos y lentos,
con sabor de sabores melancólicos,
a frutas de invernadero,
se suceden las noches,
endebles y afiladas como dientes
de león, oscuras
como sábanas recién tendidas,
se suceden las horas
esperando que una gata
me lama la nariz
y me arañe las cortinas.
Me alegran el día leerte.
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