sábado, 29 de octubre de 2011

Hablé de amor y escribí una biografía



No sé escribir otros poemas, 

no sé de otras verdades más que esta. 



No tengo ni hipotecas, ni arrugas. 

No tengo muertos, ni revoluciones, 

ni guerras 

por las que llorar, 

tampoco banderas a las que encomendarme, 

ni siquiera un Dios que me castigue. 



He vivido veinte mayos que todavía no llueven 

sobre mojado, he escrito algunas páginas 

con letra difícil, en mi vida he recibido 

solamente una carta. 

Tengo un pequeño lunar en el labio superior 

y lo que he leído cabría en cuatro estanterías. 



Me gusta viajar en trenes que van al mar 

y guardo los billetes como si fuesen tesoros, 

prefiero echar de menos con vino. 

No sé dónde se guarda la materia del recuerdo, 

pero todas las canciones que he escuchado 

no cabrían en cuatro estanterías.

jueves, 27 de octubre de 2011

Dos cuerpos. Dos amantes III



Dos amantes mojados de vuelta a casa 

por esta extraña lluvia caliente de octubre, 

caminan entre trenes y autobuses 

con nuevos billetes de vuelta, 

tras el sonido perdido entre las sábanas 

de una caja de música de voz francesa. 

Dos amantes mojados se ven las caras extrañados 

en una estación que fue de agosto: 

ella lleva fuego color ocre a la altura de su pecho 

y deja esa sombra de muñeca en cada espejo, 

él pisa con sus botas sucias los andenes 

y busca entre los verdes una luz a ti debida

Dos amantes mojados tocan con sus manos el otoño 

y le ponen una vela a cada duda, 

encienden recuerdos de vino, de lágrimas y espinas, 

se lamen las heridas con gritos, con canciones que les gritan, 

se envenenan con el perfume de cada carta perfumada 

y mueren juntos empapados cada noche.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Dos cuerpos. Dos amantes II (Sobre un verso de Miguel Hernández)


‘Una mujer y un hombre gastados por los besos’
Discúlpeme, poeta: la música es hermosa,
pero la letra falta a la verdad
Miguel d’Ors


Marcó el fin de una guerra, 

iluminó sesenta años, 

sus autores: muertos, 

tanto como aquel mayo. 

Desquita un átomo, una tempestad, 

los dos mojados. 

Mil novecientos cuarenta y cinco 

y guerras frías. 

Muros de septiembre: derribados. 

Un Berlín, un búnker, una bala 

para dos pares de labios embalados. 

Mármol: estatuas de cuerpos 

de amantes disecados. 

Sangre de adjetivo 

para dos caínes señalados. 

Lo dijo Miguel d’Ors:

los besos de Miguel Hernández estaban equivocados.

martes, 25 de octubre de 2011

Dos cuerpos. Dos amantes I



Volverá aquel viaje de botellas escondidas, 

de secretos a medias, con copas para dos, 

volverán como gritos animales aquellos acordes 

de Nirvana, de Pink Floyd, de este poema 

que se abre en abanico. 

Marcará el paso, el fonema, el grito 

un viaje que empezó cualquier noche 

de diciembre, 

pequeñas cafeterías enjauladas, 

una canción en francés, cajas de lata. 

Marcará todo el peligro, 

el arco, la flecha 

clavada en cualquier santo. 

Mecerá todo el camino la hoja 

trepidante y fría 

de un deseo escrito 

para dos cuerpos.

sábado, 15 de octubre de 2011

Óleo sobre madera



“Ven, sácame a bailar” susurras 

con tus dos manos apoyadas en mis hombros. 

Quatre cents coups, la banda sonora, de fondo 

entre las cortinas color ocre y la suave luz que desprende 

el flexo fijo en mi escritorio. 

Ya se llena el parqué de pies descalzos y bailes en pijama, 

tarareas cuando tus brazos ya rodean mi cuello, 

mis manos se colocan en la fina tela que protege tu cintura, 

los relojes pasan ya de las seis de la mañana 

y quiere la oscura noche, hacerse ya de día, 

pero cuatro pies aún se mueven con música 

después de cuatrocientos golpes 

en una habitación engalanada 

con dos estanterías llenas de libros 

donde dos figuras ya se abrazan en el suelo. 

Tienen un extraño parecido con aquel cuadro: 

Atocha, óleo sobre madera, 

mil novecientos sesenta y cuatro.

viernes, 14 de octubre de 2011

Tres piezas breves para piano



No llueven las hojas 

que te coso, no llueven los versos 

bien atados al papel 

en este otoño, 

confunden aromas y estaciones 

estos veinticinco grados 

de octubre, 

pero se suceden los días 

sin que lleguen cartas, 

como las Gymnopédies de Satie, 

cortos y lentos, 

con sabor de sabores melancólicos,

a frutas de invernadero, 

se suceden las noches, 

endebles y afiladas como dientes 

de león, oscuras 

como sábanas recién tendidas, 

se suceden las horas 

esperando que una gata 

me lama la nariz 

y me arañe las cortinas.

jueves, 13 de octubre de 2011

Homenaje a una estatua



Como el Hércules Cansado 

sin pies donde apoyarse, 

así vivo yo, 

con los besos cojos. 

Sin poder descansar ni la cabeza 

ni los labios, 

ni en tus labios de musa 

ni en tu vientre.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Paco de Lucía



Suena Paco de Lucía 

a las cinco de la mañana, como una imagen 

vieja y amarilla por el tiempo. 

Suena una guitarra vieja en este otoño 

mientras tú cierras los ojos 

y bailas, a orillas del mediterráneo 

como una gitana, 

aquella danza que no conoces. 

Pero te retuerces 

en una extraña y bella contorsión, 

con un vestido negro 

y unas medias que señalan el principio 

de tus muslos.

martes, 11 de octubre de 2011

Impar



Aquí estás frente a mí, 

bailando a un metro de distancia, 

con miedo, como si fuese a devorar otra vez 

esa parte de ti que sólo es tuya, 

aquí está otra vez la misma música 

comiendo nuestras venas, 

buscando un tesoro en el fondo de nuestros 

ventrículos o de nuestros nervios. 

Otra vez entre la niebla del enero 

de aquel banco que no se olvida 

de aquella tristeza equívoca 

que veías en mis labios lentos. 

Pero ya es once de un octubre 

en un año impar. 

Impar como aquellos amantes

que no quieren quedarse nunca solos.

lunes, 10 de octubre de 2011

Ese pestañeo



Atraviesa la luz ese hueco entre la persiana 

y el suelo que cubren las cortinas, 

te escucho dormir con la respiración tranquila 

como si no te dieses cuenta 

de que arden nuestras ciudades. 

Encima de tu escritorio el ordenador está medio cerrado 

y por toda la mesa hay apuntes desordenados, 

tienes el armario abierto, como esperando 

a que despiertes para coger tus vaqueros 

y aquella camiseta, tus botas negras montan guardia 

a pies del espejo de cuerpo entero 

que te mira cada mañana, dormida y despeinada, 

en tu perchero cuelga la mochila de cuero 

que pasearás mañana entre sonrisas y legañas. 

Ayer descansabas en esa misma cama, 

pero lo hacías con mi voz 

que viajaba entre la vigilia y el sueño 

como el último pestañeo antes de quedarte dormida.

domingo, 9 de octubre de 2011

Boceto



Ahí está esa ilustración 

que nos refleja en la sal 

de aquella playa, 

mojados y hambrientos, 

alocados en nuestro líquido amniótico, 

buscándonos los labios y los tendones. 

Ahí estamos tú y yo, 

como esa canción que nunca acaba, 

tratando de encontrarnos, 

con pies temblorosos y de plomo, 

con el dolor y las heridas. 

Pensando en esa imagen, 

que sabes bien, que no es uno de esos recuerdos 

de los que hablo.

viernes, 7 de octubre de 2011

Quizá llegue



Mi cara reflejada en la pantalla del ordenador 

es un reflejo de lo que un día fui, 

es una ciudad sin alma 

que carece de estaciones de tren, 

de billetes de ida y vuelta para escapar 

a esa playa virgen escondida 

entre tus pechos y tu ombligo, 

para descansar la cabeza y el miedo, 

para cerrar la puerta a orgullos 

y lágrimas, al miedo 

y a esa horrible sensación de estar siempre solos. 

Quizá llegue una carta sin nombre mañana, 

pero llena de olores de otras ciudades 

y otras habitaciones en llamas, 

quizá llegue una carta llena de llaves 

que abran la puerta de todos los edificios, 

y se despierte cada vecino y cada imposible, 

quizá llegue una carta llena de fuego 

para avivarnos las arterias 

y gritarnos que aún estamos vivos.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Para que vuelva de nuevo



Los semáforos de una ciudad vacía 

cambian de color para nadie, 

los veo desde mi balcón pasar de rojo 

a verde, ajenos a saber que están solos 

custodiando cada cruce, 

cada paso de peatones desierto 

por las esquinas oscuras de las cinco 

de la mañana. 

Pronto saldrán camiones llenos 

de miles de destinos 

y el universo se jugará todo a una carta 

para que vuelva de nuevo el día.

martes, 4 de octubre de 2011

Sesenta Poemas



Queda el papel y las cenizas 

y otra vez, otra cama vacía 

con miles de paredes que encarcelan 

sin piedad, 

sin bofetones, sin policía. 

Queda una ciudad menos a la que regresar 

y una respiración entrecortada 

que empuja contra mi pecho, 

una mesa con dos sillas vacías 

y dos platos y dos cruces. 

Queda el eco de todos los gemidos, 

todas las manchas de semen, 

el ibuprofeno y el vino, 

la huella de tus dientes 

por mi cuello y la sangre. 

Queda toda la sangre que aún 

no he escupido y me sube tráquea 

y el primer pitillo enmohecido. 

Quedan casi sesenta poemas 

que ya hablaban de olvido.

lunes, 3 de octubre de 2011

Para quedarse dormida



Tenía esa extraña facultad para quedarse dormida 

en su habitación de colores rojizos, 

tenía aquellas botas negras que paseaba 

por todas las ciudades que pisaba, 

tenía un lunar imperceptible escondido 

en alguna parte de sus labios, 

tenía una playa donde mojar las uñas 

pintadas de rojo de sus pies, 

tenía una madriguera en la que sumergirse 

cada noche y un gato que le sonreía, 

tenía esa forma de bailar 

que hipnotizaba a todos los hombres y serpientes, 

tenía un verano lleno de cafés con hielo, 

besos de ceniza y cerveza congelada, 

tenía aquellos libros para olvidar 

el dolor y pensar en las promesas, 

tenía una rayuela para saltar por días 

llenos de poemas que hablaban de ella.

domingo, 2 de octubre de 2011

Cada domingo de otoño



Dormiremos hasta las dos de la tarde 

cada domingo de otoño 

y despertaremos enredados 

entre las sábanas, con la ropa 

por los suelos y las cortinas 

totalmente cerradas. 

Te haré la comida somnoliento, 

estarás sentada en la cocina 

mirando hacia la ventana, 

vistiendo una camiseta ancha 

y esa luz caleidoscópica será diferente 

cuando me siente frente a ti, 

frente a nuestros dos platos. 

Volveremos a empaparnos a la cama 

para quedarnos dormidos 

cuidando bien nuestros sueños. 

Al despertar habrá 

música, bailes, besos y vino, 

y más de cien razones 

para volvernos a meter en nuestra cama.