viernes, 25 de noviembre de 2011

Un poema para la madrugada del 25 de noviembre



Una llamada de madrugada 

que pasa rozando el tren que lleva al sueño 

toca con los dedos 

todas las fotografías de otoño 

y el recuerdo en papel de periódico 

con noticias atrasadas y amarillas, 

remarca los puntos y las comas 

como tatuajes de silencio, 

escribe en la esfera de un reloj hecho de piel 

un minutero girando hacia la izquierda, 

un corte de respiración en las muñecas 

y la afonía imposible de los ojos. 

Pero también llena los pulmones 

con viejos carteles de película, 

con olores de lluvias y paraguas 

por pequeños pueblos de las costas de invierno, 

con clarinetes que saludan con sus lenguas, 

que te ofrecen el cobijo de mi boca 

y me ponen al resguardo de tu cuerpo.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El noviembre donde agosto dejó de ser verano



Llueven alfileres de noviembre

a la orilla de dos camas frías,

caen purgando cada cuerpo

en un lavado de pulmones, estómago y corazón,

sacrifican un cordero por cada pecado,

por cada beso,

por cada gota de semen derramado por otro cuerpo

que vuelven como fantasmas

de lo que aún seguía siendo verano,

vuelven en rojo y en cristal

para recorrer nuestros intestinos

como tenias,

para dejar nuestros cuerpos descarnados,

cuerpos disecados que niegan tres veces al Señor

antes de que cante el gallo.

Se quema una canción de cuatrocientos golpes,

se quema cada verso de aquel cuadro de Atocha,

se quema como aquel agosto en el que dejó de ser verano.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Pericles



Aquella fiesta de disfraces y máscaras 

es un festín de oro, incienso y náusea 

lleno de invitaciones en sobre sellados. 

El público lame la pantalla del televisor 

donde se recita en un verbo sin letra 

que no es de nadie ni de todos, 

que huele a alquitrán aún caliente 

con sabor a pan enmohecido. 

Un verbo sin letra 

escrito en algún libro sagrado 

custodiado por leones 

que fueron preñados de hierro y pólvora. 

Un verbo que suena a sirena y a incendio 

de carretes sin revelar 

en los ojos de un Pericles que llora. 

jueves, 17 de noviembre de 2011

Proust, la poesía y el fluir de la conciencia



La poesía 

le tiende una mano al recuerdo 

poniéndole una vela a la memoria, 

besa el cadáver frío de la experiencia 

para traerla a la vida 

embotellada por palabras. 

Siente con la mirada de los dioses 

la rosa que fue, la que es, la que será. 

Trae al instante el cúmulo imposible 

donde nuestra carne empieza a ser la misma carne.

martes, 15 de noviembre de 2011

Deseos y llamas



El deseo es uno y uno solo, 

es romper una copa cerca de tus medias 

o vivir con un revolver apuntando 

a tu cabeza. 

El peligro de una falda vaquera 

llena de placer y despropósito, 

o un licor maldito que inunda 

nuestra noche llena de huracanes 

y cronopios escritos detrás 

de nuestras páginas. 

Es vivir en puentes llenos de ríos 

y verbos llenos de sonrisas y llantos, 

una lágrima que nos aguanta la respiración 

dentro de una habitación que vuelve 

a estar en llamas.

sábado, 12 de noviembre de 2011

Jazz



Van los carnavales de la mano, 

musita la misma lluvia por el campus 

en un susurro que se escucha 

como una canción antigua, 

que regresa de otro invierno 

y no repite, ni adivina. 



Seducen como una primera vez, 

como el hálito del primer roce. 

El paso de las baquetas temblorosas, 

como la vergüenza de dos rodillas jóvenes, 

el sístole intermitente del contrabajo 

con su arritmia, 

los pulmones llenos de años y humo 

de dorados saxofones, 

las seis cuerdas vocales 

sobre las caderas de mujer de una guitarra, 

el claro silbido de los labios plateados 

en las bocas de los clarinetes. 



Seducen como una primera vez 

las mismas -y a la vez distintas- 

melodías de tu cuerpo, 

como la piel de gallina 

que repite y adivina 

un siempre distinto y mismo jazz.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Allí, cerca del mar



Desearía estar allí, cerca del mar, 

o caminando por aquel pueblecito azul, 

lleno de cuestas, que un día imaginaste, 

hablarle al cigarro que se posa en tu boca 

y me mira con la ceniza sonrojada 

tras una cortina de humo, una falda vaquera 

y una fina camisa blanca. 



Duermes en esa cama de domingo, 

desnuda. Yo dormí ahí 

en una noche repleta de otoños 

donde el licor se mezclaba con París, 

donde nuestras espaldas se daban las espaldas, 

se leían con la luz del fuego de una vela 

nuestros cuerpos 

y las canciones rodaban imparables 

por nuestras caras.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Bolero



Una cama fría es una biógrafa no autorizada 

que escribe como un correveidile 

los secretos que guardan en su yeso las paredes, 

el muro de una celda donde se van rallando días 

de botellas llenas de vacío 

y frutas amargas de finales de septiembre. 



Pero el alma de un bolero también escribe 

sobre dos cuerpos íntimos bajo la noche o bajo la lluvia, 

relata confidencias en la bañera y en los albornoces, 

se cuela en habitaciones sin pestillo y en colchones por el suelo, 

lee en la distancia con esa voz de mediados del siglo XX 

cada grito que le susurras al yeso de las paredes.

martes, 1 de noviembre de 2011

Una vela, un carnaval y tres escalas



Cuando den las tres se consumirá la cera 

y su luz incandescente será combustible 

de recuerdos, en esa franja 

donde la aguja del horario teje la lencería 

que imagino en el decorado de tu cuerpo. 

Cuando den las tres empezarán los carnavales 

por las calles de los pueblos, 

disfrutaremos de bailes de máscaras, 

de placeres carnales 

por las salas de espejos y deseos. 

Cuando den las tres guardaremos 

en nuestras bocas los secretos y las joyas. 

Serás un lago profundo, 

una guitarra flamenca de cuerdas afinadas; 

seré de tormentas y caudales, 

vestiré una mano experta 

que desnude el bramido en tus escalas.