viernes, 25 de noviembre de 2011

Un poema para la madrugada del 25 de noviembre



Una llamada de madrugada 

que pasa rozando el tren que lleva al sueño 

toca con los dedos 

todas las fotografías de otoño 

y el recuerdo en papel de periódico 

con noticias atrasadas y amarillas, 

remarca los puntos y las comas 

como tatuajes de silencio, 

escribe en la esfera de un reloj hecho de piel 

un minutero girando hacia la izquierda, 

un corte de respiración en las muñecas 

y la afonía imposible de los ojos. 

Pero también llena los pulmones 

con viejos carteles de película, 

con olores de lluvias y paraguas 

por pequeños pueblos de las costas de invierno, 

con clarinetes que saludan con sus lenguas, 

que te ofrecen el cobijo de mi boca 

y me ponen al resguardo de tu cuerpo.

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