Una cama fría es una biógrafa no autorizada
que escribe como un correveidile
los secretos que guardan en su yeso las paredes,
el muro de una celda donde se van rallando días
de botellas llenas de vacío
y frutas amargas de finales de septiembre.
Pero el alma de un bolero también escribe
sobre dos cuerpos íntimos bajo la noche o bajo la lluvia,
relata confidencias en la bañera y en los albornoces,
se cuela en habitaciones sin pestillo y en colchones por el suelo,
lee en la distancia con esa voz de mediados del siglo XX
cada grito que le susurras al yeso de las paredes.
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