¿Por qué no me tiras al lago
o me atas una soga al cuello?
¿Por qué no diseccionas cada uno de mis órganos
para ver dónde estaba lo que me has quitado?
¿Por qué no aprietas el gatillo
y me vuelas los sesos?
Quizá así termine rápido de amarte
y no tendrás que seguir arrastrándome,
dejando el rastro de mi sangre por el piso.
¿Por qué no me rematas?
Ya casi es viernes, quizá mañana esté ardiendo;
no esperes a pasar un fin de semana
con un cuerpo que ya empieza a oler.
Si la poesía funciona cuando la musa mata al poeta,
tú lo estás haciendo muy bien.
Te lo aseguro.
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