Cuando duermas en mi cama
los bares cerrarán bien tarde
porque celebrarán fiestas
en tu honor.
Cuando te lleve al río
el mar estará lejos,
pero no necesitaremos que nadie nos muestre
los caminos hacia la playa,
porque sabrán mis pies
llevarte entre mis brazos
a sus orillas.
Cuando lleguen los inviernos
mis sábanas nos guardarán de malos augurios,
nos dará margen el otoño de Madrid.
Cuando vuelvas
las puertas estarán abiertas,
el portal bien limpio,
los balcones llenos de flores.
Pasearemos por Malasaña,
y por fin atraparé el lunar que escondes en tus labios.
Haré que lo luzcas
mientras nos sentamos en aquella terrazita*
que aún no conoces
delante de una cerveza bien fría.
Reiremos.
Te lo aseguro.
Te daré mi boca para que la pulas a tu antojo.
Mis dedos para que cambies sus contornos.
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