Creímos que el amor era otra cosa,
nos burlamos de los dioses
sin saber que éramos los hijos huérfanos
de unos libros que convertimos en sagrados,
sin saber de aritméticas y confabulaciones,
o que los padres primerizos se equivocan.
Ahora no nos queda más que tirar la toalla,
recoger nuestras cosas,
hacer las maletas,
volver a casa
como vuelven los soldados que pierden la guerra,
sin mérito, sin medallas
para uniformes llenos de barro.
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