Esta vigilia es una Trinidad
que combina el peso de la vieja
mano de la memoria, los ecos
del sueño y un escenario
enfrascado en libros embalsamados
de inciensos estivales.
El facto de la felicidad
se compone de lagunas y lagos,
de bicicletas y pantalones cortos,
se mide en copas de vino
y en la fuerza de las sonatas.
El lunar en tu labio superior
es el grito de una naturaleza
de color de renacimiento y celeste,
es signo de sonrisa y carcajada,
también es la resurrección
del potente nervio de la ciudad,
de bosques que se tiñen de ácidos y verdes.
Es el estigma del vigor en mis pulmones,
de las pecas que ya se pintan en mi cara.
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