Cuando nadie te ve eres un libro abierto
que muestra todas las verdades y nadie lee.
Eres un lago de aguas cristalinas
y maravillosos fondos insondables,
un lago perpetuo e inmenso
donde no azota el viento ni cambia el prisma.
Pero yo, como un voyeur sin escrúpulos
releo tus páginas, las huelo y huelen nuevas,
veo como se escriben palabra por palabra,
veo como cada hoja se llena, se construye.
Cojo entre mis manos tu libro inacabado
lo toco y noto su tacto suave.
También me sumerjo en tu lago
rompiendo el cristal de su superficie
me zambullo en sus profundidades,
como un pez abisal, noto el fondo ciego,
son las aguas cálidas de una imagen
que nadie verá jamás.
Pero yo poseo este momento
en el que te encuentro entre tus cosas,
recién duchada y con el pelo aún mojado,
vestida con unas pequeñas braguitas negras
y una camiseta roja, dándole vueltas
al mismo disco, como si yo aquí no existiese.
Cuidado con los lugares comunes, joven poeta!Debes evitarlos más..
ResponderEliminarLo Bello y lo sublime han sido ideas estéticas muy cambiantes a lo largo de la historia, lo bello a veces de la mano con lo pintoresco y lo sublime por su cuenta, como siempre. Si hay un libro que refleje bien estad dos ideas es Drácula, aunque lo sublime está repartido por doquier a lo largo del XIX: es lo inmenso, lo que asusta pero atrae...muy complejo.
Nos leemos pronto,
Ciel.