Viernes, veintitrés de septiembre,
otoño en el hemisferio norte,
sudores fríos y recuerdos de mayo,
una pizza en el horno
y la habitación patas arriba
como en una obra abstracta,
la almohada en el suelo,
el albornoz encima de la silla
y una mesa con un plato
y dos botellas vacías,
el armario lleno de ropa arrugada,
la cama -como era de esperar- deshecha,
el balcón de par en par abierto,
ojeras y ruido en la calle,
las hojas cada vez más secas,
más ojeras en mi cara,
a veces media sonrisa,
a veces el cojín lleno de lágrimas,
suena un disco en el ordenador
y mi móvil ha estado en silencio toda la tarde,
huele a suavizante y a vino blanco,
en mi cabeza dos palabras que no quiero escuchar
y una distancia que ya no se mide en kilómetros.
Tan diferente a todo lo que he leido tuyo... Me encanta... mucho más narrativo... pero sin abandonarte. Te quiero
ResponderEliminaresta chulo
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