domingo, 17 de julio de 2011

Y después

“Y llenos de amor todos los manicomios”.
Juan Carlos Mestre




Y llenarte una mañana con intrépidos sabores,

con el poder de las espirales del mar,

de los crímenes perpetuos, de las cadenas pasionales.

Entrar como un fuerte viento que golpea

y cierra las puertas con violencia,

que abre las ventanas.

Y nombrarte a gritos en las poesías sin decir jamás

tu prohibido nombre lleno de verdades y secretos.

Y escuchar el poder de la mañana, de los tambores

vibrando en las manos y en el pecho,

y lamer cada sombra de tu cuerpo,

cada fiebre que invade las cabezas y las guillotinas.

Y desmontar las ciudades, los edificios y los vestidos a rayas,

las corazas tras las que te escondes.

Coronar los portales en los que nos comemos las pieles,

caníbales hambrientos de presente y sangre.

Sangre con la que escribimos todos los poemas,

biblias y bendiciones,

con la que se plasma cada grito en cada canción,

en cada segundo lleno de salivas

y animales llenos de rabia y de deseo.

Y después usar los pronombres posesivos,

las mandíbulas malintencionadas que se desatan

como condenados a muerte o como animales cautivos,

con la misma garra, la misma ira de los amantes

que se clavan las uñas, los tendones, las rodillas.

Y guardarse otra vez las heridas, los latigazos en el pecho,

el humo del tabaco de la juventud que nos envuelve y nos hace arder

y me hace escribir cada palabra.

1 comentario:

  1. Que bien te viene levantarle la falda a la luna y acostarte con el sol... Me gusta mucho.

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