jueves, 20 de enero de 2011

Vida.


De Miguel d’Ors,

mis González Calabria

y las ganas de ser yo

en otros lugares,

el calor del calendario,

los ojos fríos de la vida.



De Gil de Biedma,

mi pandémica y celeste

con cuatrocientos cuerpos

arrugados en el tiempo,

como único argumento

del teatro de la vida.



De Leopoldo María Panero,

unas gotas de semen

practicando necrofilia

en el dictado

de un diario seductor,

con todo el barro de la vida.



De García Montero,

-aunque tú no lo sepas-

el recuerdo de una tarde de verano,

la palabra alevosía

y en el lugar del crimen:

o los labios o la vida.



De todos ellos,

el amor por la poesía,

de ti, también de aquellos,

el impúdico amor

por las palabras

y el deseo de la vida.

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