Podríamos acabar,
(tú y yo)
en algún pueblecito de la costa;
uno de esos que tienen todas sus casas
pintadas con cal
y los gatos duermen la siesta
a la sombra,
sin vergüenza,
sin que nadie les moleste.
Podríamos pirarnos
y dejarlo todo a medias.
Yo me quitaría este vicio tonto que tengo
de escribir poesía
para aliviar
el lastre de vivir en un mundo sin belleza.
Tú podrías, incluso, decirme que sí.
Me ha gustado mucho, me quedo por aquí. Un abrazo :)
ResponderEliminar"decirme que sí" es un gran final para el poema