Escribo este verso
porque no sé atravesar una puerta.
Este otro porque
mis manos están vacías.
El siguiente
por preferir esconderme detrás del burladero.
Llevo siete,
dudo en el octavo,
y en el noveno.
El décimo es un disparo
que abre un hueco en la pared por el que miro.
Me veo escribiendo el duodécimo
en vez de lanzarme al vacío
desde el decimotercero.
En el decimocuarto pienso
en escapar por la escalera de incendios.
Decimosexto: miro al suelo.
Decimoséptimo: me aterra el sonido
del viento a esta altura.
Decimonoveno: se dilatan mis pupilas.
Vigésimo. Salto.
Y no se que paso al borde del abismo, pero mi caída fue muy lejana a la muerte.
ResponderEliminarJavier, lo digo sin reparos, la poesía no es santo de mi devoción, pero reconozco que ésta que acabo de leer me llegó.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD