No desees que tenga un amor,
una mujer, una esposa,
no desees que tenga amantes generosas,
ni besos de tornillo,
ni noches de vino con dos copas.
No desees que comparta la bañera,
que me conjure a otro femenino singular
que no sea el tuyo,
que caiga rodando por la primavera
de la mano de cualquiera.
No desees que baile para mí otro vestido
bien ceñido a las caderas,
que pierda el sentido
por los avatares de otras selvas,
porque hay deseos que saben demasiado a olvido.
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