Después de ya pasado el tiempo,
he visto una imagen:
una espalda, unos hombros
encajados en una camisa blanca,
un pelo que se extiende
más allá del cuello.
Te me has aparecido
en un cruce de fotografías
y recuerdos.
En mitad de la multitud
de aquel bar que tanto conoces,
has aparecido.
Y te has esfumado
cuando ha empezado a girar
tu cuerpo,
cuando me has dejado ver
que esa no es tu cara.
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