viernes, 28 de diciembre de 2012

Blanco sobre negro



Qué siniestra es esta luna nueva 

que hace las nubes de arcilla 

en esta noche, en la que la muerte 

pasa rozando la línea continua 

de la curva que acabo de tomar, 

curva que no llegará a ser nunca 

una errata en una esquela. 

Qué extraño verla por el espejo retrovisor 

y pensar en un fallo en la dirección, 

en un reventón de la cubierta 

que esta misma tarde acabo de cambiar, 

o en una decisión que emborronase 

el papel de periódico, los quitamiedos 

que protegen a los campos del asfalto. 

Pero qué placer el de pasar acariciando 

esa tilde blanca sobre el pavimento negro, 

como paso inevitable, tanteando 

tus labios con mi boca, excitando a la muerte 

para que venga después de una piel erizada 

y un aliento intermitente, como la sirena 

de un vehículo de mantenimiento de carreteras 

en mitad de una noche de diciembre.

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