Si digo poesía, la digo a ella,
con su verso, su ombligo,
la falda que adorna su cadera.
Su rima consonante, sus orejas,
su cicatriz, su pie quebrado,
su recuerdo empapado en mi sábana bajera.
Su cesura, su mirada esquiva,
su lengua, su hiato,
el galope de sus medias a la carrera.
Su alergia, su diéresis,
su garabato, su olvido,
sus pasos de gato bajando mi escalera.
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