Aunque asedien los tifones,
aunque tiemblen nuestras camas
al follarnos a mil mujeres
o a mil hombres.
Aunque no nombremos
estas mil ciudades
que osan separarnos,
se crucen en nuestro
camino las fronteras
o la lluvia golpee los cristales,
sé que volverás
por sorpresa,
y me encontrarás
esperándote,
recién levantado,
en pijama y sin peinar,
destartalado,
como aquel sábado en primavera.
Aunque.
ResponderEliminarQué genial.
Siempre tan tristes las ciudades que nos separan. Pero que tranquilidad tener la certeza de que eso no significa nada si alguien vuelve, si alguien vuelve...
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