Ahora ya están los pies fríos
como las tardes con ella,
como la vida misma
que me dijeron que iba en serio.
Las gabardinas buscan su lugar
en los cuerpos del otoño,
que se arrebatan a las manos
de otros cuerpos.
Empiezan a lucir media
las piernas hasta los muslos,
las rodillas van abandonando
el dorado veraniego.
Cubren las cabezas con paraguas
ciertas noches, o el suelo
los árboles con hojas
en las madrugadas más largas.
Nacen poemas irregulares
que acotan la realidad,
en la cama de una casa
que ya no sé si es mi hogar.
me gusta
ResponderEliminarEs bellisimo.
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