Dicen de asaltar, las piernas valientes
colegialas, los bancos de los parques,
también los hospitales de campaña
de las avenidas, con heridas remendadas
con ungüento de besos. Avispadas
dicen, las ojeras de los neones
de los bares que me han visto bailar
abrazado a unas sombras de diferente corpus.
Los párpados, ya no dicen de nada,
nada; inertes como las gaviotas
que han perdido el vuelo, el Ser y el adiós,
se abren y cierran, como girasoles, autómatas,
cuando suceden tan indiferentes
los lunes y los martes de la mano
de sus noches, al igual que el paseo
de otro cómplice de robo con las colegialas.
he de decir que me has sorprendido gratamente
ResponderEliminar...eso si, no te perdono que te guste el niño del pijama de rayas!
OOoooh tienes blog... te agrego al mio !
ResponderEliminarTenía como 16 años cuando me lo leí, señora Amanda...
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