lunes, 7 de marzo de 2016

Como un explorador



Acabaré colgado por el cuello

en una rama de esas que te sale por la boca;

acabaré –te lo aseguro– con mi carne derramada

entre el follaje que se extiende por tus labios.

Será decisión mía eso de entregarme a los lobos

que se te refugian por las clavículas,

tampoco dudaré en enredarme entre los encajes

de las arañas que ya bajan por tu ombligo.

No me temblará el pulso al saltar desde tus acantilados

para sumergirme en unas profundidades llenas de bestias marinas.

Quiero explorar todos los rincones de tus selvas,

quiero conocer los ciclos de todas tus mareas.

No temeré a hombres, ni a bestias;

si la muerte me sorprende,

al menos el polvo de mis huesos

acabará mezclándose con tus tierras húmedas.

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