sábado, 6 de septiembre de 2014

Los letargos



Después de haber visto arder a todos nuestros ídolos

no quedan sesiones de madrugada en los cines

para tirar la piedra y esconder las manos.

Después de simular la caída desde latitudes escalpadas

no encuentro una sola razón para no enamorarnos

mientras rodamos por las dunas del Valle de la Muerte,

para no arrancar del diccionario palabras a las que solo

se les permite transitar por nuestros universos privados.

Después de nadar por el absurdo de las ciudades,

de abrazar el motor de cientos de autobuses vacíos

o rodear mi piel con la nausea de una ficción inconclusa,

solo puedo zambullirme en los letargos de tu vientre

antes de que el otoño, inevitable, arrase con las flores

que han empezado a crecer por mi barba.


No hay comentarios:

Publicar un comentario