martes, 28 de junio de 2011

Lágrimas para la chica que enmudece II



Las lágrimas son puntas de flecha ensangrentadas, 

brillantes, cálidas, puntiagudas y afiladas, 

resbalan por las mejillas como los dedos por la vulva, 

son licores de un cuerpo vivo, mares 

en aromas que se disfrutan con las lenguas, las pecas 

y los lunares de los labios. Se agarran con los dientes 

como una presa que se disuelve entre los dedos. 

Son asfalto líquido y transparente, cantos que dejan moratones, 

llagas y objeciones de conciencia, son extremos, 

lunas, tempestades, Vesubios, saxofones. 

Son salivas que callan las verdades, dormitorios condecorados 

con ropas interiores por los suelos, sudores, 

el poder de los plurales, pólvora para los corazones, 

iglesias, credos, semen, redenciones, rebeldías, 

versos de palabras con cementos de sordina. 

Las lágrimas son cultos, estatuas, lagos 

desbordándose por las pupilas, sequías, 

incendios forestales, llamadas telefónicas 

que hacen vibrar las venas, bañeras 

con dos cuerpos sumergidos, adrenalina 

en los portales, ascensores y azoteas, 

vientos de Poniente, de Levante y de cambio. 

Las lágrimas son monedas de plata 

en las profundidades, tintes picassianos 

por vías de tren que rodean la cuenca de los ojos, 

aficionadas a los precipicios, a los peligros 

de las selvas, la juventud, los placeres, los puñales.

1 comentario:

  1. Pablo J. Seco Del Olmo28 de junio de 2011, 20:57

    La felicidad te está afectando. Le falta alcohol y el típico ingenio de otras veces. Demasiado largo. Aún así te quiero...

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