miércoles, 20 de abril de 2011

Memoria


Las flores marchitas, la sangre

en las almohadas y el luto

son ciegos e inertes ante la luz

de la mañana. Son reos condenados

a galeras en la Laguna Estigia,

pertenecen al seco Mundo de los Muertos.



El Sol aviva los ojos, los llena de un fuego

que se teje con lluvia de tormenta.

La vida nace de un caldo cálido y húmedo,

se aleja de las sombras esqueléticas

y áridas, para flotar en mares de labios

dulces y cuerpos que chorrean espíritu.



La Luna le da el claroscuro a la tiniebla,

empuja el apetito irrefrenable

para que dos animales ocultos

se enreden y crepiten, para que, entre el placer

indócil que nos dan nuestras mentes

en delirio, nos fundamos en la memoria.

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