jueves, 10 de junio de 2010

Morder, pero sin herir.

El esperpento acecha a las cerillas,
Para usar sólo en caso de algún juego
Peligroso que pueda encender fuego,
Después de que se apaguen las bombillas.

Entra en las dulces llamas a hurtadillas,
Prende una, mira arder, entre los ruegos
De tus paños mojados, tu fuerte ego.
Tu realidad endulza mis mejillas.

Clava los alfileres de sus ojos
En los viejos ojales en desuso
De tu blusa. Los gruesos hilos rojos

De sus labios se quieren dividir
Y valiente, salir deja a su lengua,
Dispuesta a morder, pero sin herir.

3 comentarios:

  1. El saber de cada una de las palabras, su extensión, su fuerza, se impone ante cualquier cuerpo de mujer o de hombre, deseando ser parte de ese placentero y doloroso juego, más en el dolor que en placer.

    ResponderEliminar
  2. Lo he encontrado :), creo que es una de las mejores sensibilizaciones que me diste señor Jotillo, cómo me gusta leerte.

    ResponderEliminar