“…se me ocurre
que es agradable estar vivo y hacer la guerra
y el amor y este poema, y que el mundo
bien merece
otra mirada”
Roger Wolfe.
Seguramente tú estés durmiendo.
Yo leo, escribo
y me tiro de los pelos.
Preparo un gin tonic
que nunca es tan ácido
como una madrugada a solas
o el sabor de un coñito
que se ha propuesto que me olvide de ti
durante treinta minutos.
Voy al patio
y escucho algo de música;
pienso que Ultraviolencia puede ser un buen
título para casi cualquier cosa.
Cuando vuelvo a la cocina
me pregunto si la nevera tiene algo que ofrecerme;
soy una bulímica vomitándolo todo
en este poema.
Pero la noche es tranquila;
estoy lejos de los semáforos y del bullicio.
Ya es verano,
pienso en tu piel salada por el mar,
en volver a escribir poemas;
en que, pese a todo,
el mundo bien merece otra mirada.
La noche es tranquila,
nada me impide abrir el balcón
de par en par,
disfrutar de la última madrugada de junio;
dormir, sin pensar demasiado,
antes de que sean las seis de la mañana.
Pienso que Ultraviolencia puede ser un buen
título para casi cualquier cosa,
pero el mundo no es solo un escenario dispuesto
para que nos saquemos las tripas los unos a los otros.
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