Enmascarado como carnaval,
de náusea y obertura besa el revólver
pentagramas pescados sin sedal,
disparando a la sombra de la muerte.
Los cuchillos cuchichean y guardan
luto, las nubes se afilan las uñas
en los viejos rascacielos lunáticos.
Andan llorando las eternas niñas.
Se ducha plata la luna en los ojos
desnudos de los gatos en la hoguera
y las hormigas hacen la maleta.
Se rumorea tormenta fuera.
Hay cosquillas arrancadas de cuajo
en el cuello del jersey de los truenos,
las patas de las sillas bocabajo
son pelos puntiagudos.
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