martes, 27 de marzo de 2012

Riel, Fonógrafo y Ancora



Se estremecen los cimientos 

del vello que se eriza en todos los boleros, 

en las agujas de los vinilos viejos. 

Nos llaman por nuestro nombre 

las ajadas manecillas de los relojes 

que cosen los números complejos. 

Suenan en un eco de basalto 

y traviesas que llega de bien lejos, 

como un corto y sordo abecedario 

en un grito alto y quejo.

lunes, 19 de marzo de 2012

Doce versos para un perfume



Este es el perfume que siempre había querido oler. 

Y a mí me huelen los sueños a pólvora que arde endiablada 

por el cauce seco de las arterias, 

a tendones rotos que se desmembran como Ravaillac, 

como el camino que hizo su filo por los músculos del rey. 

Huelen a huesos quemados que han sido descosidos 

de sus carnes fermentadas por unas manos rugosas, 

de corteza de árbol muerto, pero expertas 

en escalpelos, cisuras y cerillas. 

Huelen a azufre que llena poco a poco los pulmones 

de ciénagas Estigias sin Carontes, 

de Eneas y Virgilios completos de infiernos y tragicomedias, 

vacuos de despertar del tormento acompañado.

lunes, 5 de marzo de 2012

De navaja y nácar



Escuece la mirada 

cuando la ventana divide el blanco 

y flotan las motas de polvo 

en suspensión, como lámparas de araña 

colgadas desde el techo, 

o diminutos ojos de pez 

ahorcados con hilo de pescar. 

Pero cae el día cuando 

corta esta lluvia plateada 

hecha de filos de navaja y nácar. 

Corta las cuerdas de todos los ahorcados 

que, cuerpo a tierra, se precipitan 

y quedan como perros tumbados 

a un sol que se liquida. 

Corta la lluvia todas las manidas lámparas arácnidas 

que se desploman hacia el suelo estrepitosas, 

la carne cruda del recuerdo, 

la cruda calma de un domingo 

donde parece no pasar más que la misma nada.