sábado, 26 de diciembre de 2009

La reina del celuloide.










El pincel arde en arena de playa,

De pinturas que divagan abstractas

Clavadas en óleos acusadores.

El orgasmo maldice por no ser el

Prófugo que se esconde en los armarios

Y posa para la adúltera en paños menores.



Sus ojos, cansados de buscar

Calor en otros ojos y otros cuerpos,

Acomodan la vista en los espejos

Que señalan su carne descarnada

Frente a unas tiernas formas curvilíneas



De la humedad latente de unos muslos,

Que sin saber qué hacer ante el pecado,

Rompen unos bocetos desdeñados

Contra el piano de la pasión ausente.



Las partituras pelean caladas

Bajo oscuros paraguas despuntados

Al alba que no arropan los secretos

Clandestinos del triángulo de amor

Oculto entre las faldas de la artista

impresionista con marido compositor.