sábado, 29 de marzo de 2014

Lo que crepita



Las torres de marfil

no son para el poeta,

pues la poesía es más amiga del fango

que de la porcelana.

Sabe más de autopsias,

de pulmones enmugrecidos

o de huesos hechos ceniza

que del bordado en hilo de oro.

La poesía es lo que crepita

cuando se apagan los labios,

una balsa de aceite y gasolina

estancada en el constante fluir de Heráclito,

un otro paralelo que habla

con la lengua de los muertos,

el murmullo incesante

de amor en podredumbre.

lunes, 24 de marzo de 2014

El enterrador



El poema es la cópula

que no llega a ningún sitio,

como un tren de mercancías abandonado

en mitad de la vía,

o los ojos de un animal atropellado

sobre la línea discontinua.




El lector no es un novato

al que el capitán le pega bofetadas,

sino el machete que no duda

y le saca el intestino al enemigo,

el que descubre sus verdades

cuando cava las trincheras.




El poeta no es un ladrón de guante blanco

ni los dedicados dedos del pianista,

sino el enterrador que encubre

con hierro y letra,

asfalto y sangre,

aquello que todavía no conoce.

martes, 11 de marzo de 2014

El verdugo

“El acto del amor es lo más parecido
a un asesinato”
Leopoldo María Panero.



Los locos saben

que el acto del amor

es lo más parecido al asesinato.

Que el suicidio no es más

que una demostración

de amor sin cómplice.



Así, amar es morir con artificio,

jugar a los espejos

con otro que es tú mismo:

la fábula del ego que se desea

puesto en otro, el sacrificio

de lo propio sin su sangre.

jueves, 6 de marzo de 2014

El barquero



El cauce seco.

Las cuencas vacías.

El sonido del fuego que no cesa.

Una calavera repleta de diamantes

explica cuánto vale la muerte;

es el mundo negociando con su otro,

cegado -literalmente- por los metales

que cubren sus ojos.


Se aconseja sobornar al barquero;

las niñas bonitas también mueren.